14 de mayo de 2020
Historiografía con los cronocratores
Después de leer el libro de Vicente Cassanya
Crónica astrológica del siglo XX, y pensando ya en que el 21 de diciembre vamos a hacer la gran mutación, me he puesto yo a pensar si podría hacerse una interpretación de la historia europea a la luz de estas triplicidades y grandes mutaciones. La idea es que cada 200 años, aproximadamente, las "conjunciones cronocratoras" cambian de elemento, y como sólo hay cuatro elementos (aire, agua, fuego y tierra), el ciclo completo sería de unos 800 años.
La astróloga
Mercedes Foronda me ha facilitado la tarea preparando una
tabla histórica de todas estas conjunciones desde el 402 a.C. Pero yo voy a analizar sólo el último gran ciclo, desde 1186, cuando se entró en la triplicidad de aire, hasta la actualidad.
En principio, nadie pone en duda que, en estos cuatro elementos, el aire corresponde a la mente, el agua a las emociones, el fuego al ego, y la tierra al mundo material.
En el periodo de los siglos XIII a XIV yo sí que veo un gran desarrollo del conocimiento, empezando por la creación de la filosofía escolástica, que recupera el pensamiento lógico aristotélico, y siguiendo con el desarrollo de las universidades a partir de la de Salamanca en 1218. También tuvieron mucha importancia las órdenes monásticas, cluniacenses, cistercienses, cartujos, jerónimos, etc. Estos monasterios se convirtieron en centros de saber y desarrollaron una labor de traducción de libros e incluso de redacción ya en lengua vernácula, como en el caso de Gonzalo de Berceo.
El personaje clave de este periodo fue Alfonso X el Sabio, que financió grandes proyectos como la
Estoria de España o la
General Estoria, entre muchos otros, desde la Escuela de Traductores de Toledo.
¿Yo veo en este periodo las características del aire? Perfectamente, en lo que tiene de pasión por el conocimiento pero también de falta de consistencia para romper el sistema o propiciar un desarrollo económico real. El personaje de este periodo sería el monje copista, por su dedicación absoluta al conocimiento, su ignorancia del mundo material y su total falta de ego, que le lleva a esconder su personalidad tras un hábito.
El siguiente periodo es el del elemento de agua, en los siglos XV y XVI. Este periodo corresponde exactamente al Renacimiento y siempre se ha interpretado como un proceso de crecimiento emocional del ser humano, una especie de mayoría de edad en la que pasa del teocentrismo al antropocentrismo y reclama su individualidad. El crecimiento económico es ya notable y el alejamiento de la religión es progresivo, pero no hay tampoco una ruptura. El personaje de esta época sería el cortesano que describe Baltasar Castiglione: experto en armas y letras, amigo de sus amigos, tertuliano, mujeriego, con capa y zapatito fino, posiblemente escritor con firma propia y músico ocasional. Es una época de desarrollo de lo que llaman ciudades, aunque tenían unos pocos miles de habitantes, y lo importante es la relación entre las personas. La filosofía de esta época es el
Humanismo, que reacciona frente a la escolástica por considerarla fría y utilitaria:
Se trató de crear una ciudadanía (con frecuencia incluidas las mujeres) capaz de hablar y escribir con elocuencia y claridad y por lo tanto capaz de participar de la vida cívica de sus comunidades y persuadir a otros a acciones virtuosas y prudentes.
El siguiente periodo es el de fuego, en los siglos XVII y XVIII. Este periodo comienza con la Guerra de los Treinta Años y acaba con la Revolución Francesa. Se caracteriza por las mayores luchas de poder, el deseo de ruptura del dominio que los otros ejercen sobre nosotros. La Guerra de los Treinta Años, considerada como más cruenta que la II Guerra Mundial, fue la última guerra de religión europea y acabó con la confesionalidad estricta de las naciones, socavando ya definitivamente el poder de la Iglesia. A esto siguieron, sólo en Europa, la guerra anglo-española, la guerra franco-española, la guerra anglo-neerlandesa, la guerra polaco-turca, la guerra franco-neerlandesa, la guerra ruso-turca, la guerra de los nueve años, la guerra de sucesión española (que modificó el mapa hasta hoy), la guerra austro-turca, la guerra ruso-sueca, la guerra de sucesión austríaca, la guerra de independencia de los EEUU, y ya la Revolución Francesa seguida de
la Terreur.
Hubo, al mismo tiempo y dentro de cada país, grandes tensiones entre los reyes y la nobleza. En un primer momento los monarcas consiguen acaparar todo el poder e imponer el absolutismo, pero luego la nobleza se venga apoyando la Revolución Francesa y rompiendo toda la baraja. Hay por fin un reseteo de la estructura social. Después de toda la sangre, al final de este periodo cae completamente el Antiguo Régimen, el pueblo toma el poder y puede dedicarse a mejorar sus condiciones de vida, aunque esto será ya el periodo de tierra el que lo llevará a cabo. El personaje de este periodo es Luis XIV, el rey Sol, con sus ropajes estrambóticos paseando por Versalles y diciendo "el Estado soy yo".
El siguiente periodo es el de tierra, que corresponde a los siglos XIX y XX, y en el que aún estamos hasta finales de este año. Aquí el ser humano se dedica a dominar el mundo físico mediante el procesado de materia prima. Hay dos grandes revoluciones industriales, la primera arranca en los telares de Manchester y la segunda en la factoría BASF allá en Ludwigshafen. Es el mundo que hemos conocido: abaratamiento continuo de bienes materiales pero esclavitud de la mano de obra. Hemos tenido todas las necesidades cubiertas excepto la de la libertad. El personaje de este periodo es el empresario retratado por Charles Dickens, Ebenezer Scrooge.
Y ahora lo que viene es nuevamente el aire. Vuelve la pasión por el conocimiento, el desapego del mundo material y social, la ausencia de ego y una cierta frivolidad. Las características así sueltas que yo imagino para este periodo son:
- Desmotivación por los bienes materiales en general, especialmente por las viviendas conseguidas con una hipoteca (pérdida de libertad por una ganancia material). Pensando en el futuro inmediato, es posible que la gente ya impague y ponga fin al sistema sin pegar un tiro.
- Desmotivación por el trabajo: aburrirse ocho horas al día para poder luego comprar cosas no necesarias.
- Decrecimiento económico general, por caída del consumo.
- Hundimiento y automatización de los sectores industriales antiguos, siguiendo el camino de la agricultura.
- Desaparición de la familia y refuerzo de otras comunidades identitarias más grandes, al estilo de las órdenes religiosas.
- Relacionado con el punto anterior, desarrollo de la gestación en úteros artificiales y edición completa del ADN humano.
- Los nuevos monasterios serán las corporaciones digitales, prácticamente autosuficientes y con muchas personas adscritas allí de por vida.
- Reducción de la importancia de los estados y disolución de los grandes imperios. No creo que haya una nueva superpotencia, más bien veo una descentralización del poder.
- Motivación por la ciencia más teórica y por proyectos quiméricos del tipo de viajes a otras galaxias.
- Reducción de la presión demográfica en las grandes ciudades y mejor distribución de la población por el territorio.
- Socialización híbrida personas/inteligencia artificial.
El personaje de esta época será el programador. Programador de información, mediante el
software, de robots, para acceder al mundo físico, y de ADN, para usar bases biológicas. Y en 2159 volverá el agua para desarrollar nuevamente la emotividad.
18:16:51 ---------------------
© A. Noguera