15 de julio de 2025
La cuestión judía

En estos días en los que he seguido los acontecimientos en Israel, me he venido planteando escribir una opinión extensa sobre el papel actual de los judíos en el mundo. Pienso que hay en la sociedad occidental dos corrientes de opinión sobre este tema, y las dos equivocadas. La gente se alinea en el abierto antisemitismo o en el tabú, y yo voy a intentar en este artículo no caer en ninguno de los dos lados.

El judío históricamente:

Conocemos el origen del llamado "pueblo de Israel" por el Pentateuco, y es ahí donde habrá que detenerse en primer lugar. El origen de los judíos no es el mismo que el de los otros pueblos. Es muy conocido el pasaje del texto bíblico en el que Yahvé renombra a Jacob como Israel y luego cada uno de sus doce hijos varones es el origen de cada una de las doce tribus. Es determinante ese origen genético único para entender el judaísmo, porque el pueblo de Israel no conforma ni un estado nación ni una religión de adscripción voluntaria, sino la descendencia de una sola persona. Esto pienso que ha tenido implicaciones en su historia y en su comportamiento, sobre todo en esa tendencia al "apoyo mutuo" que tanto los ha caracterizado, y de manera indirecta en la rápida expansión del Cristianismo, porque el judaísmo ha tenido una resistencia a aceptar las conversiones.

La segunda característica distintiva de este pueblo se origina en el comportamiento abusivo y criminal de Yahvé y la transferencia de esto a su psique colectiva. Según ellos mismos narran en su libro, pasaron 40 años sufriendo graves castigos y exterminios hasta someterse completamente a aquel ser, y yo diría que hasta perder la conexión con su propia conciencia. Luego, fueron simplemente abandonados.

A partir del 722 a.C. comienza la llamada diáspora, el exilio forzado por las derrotas militares. Fueron primero los asirios, luego los babilonios y finalmente los romanos los que vaciaron casi completamente de judíos la región de Canaán. A partir de ahí comienza a formarse el pueblo judío como hoy lo conocemos: una identidad cultural transnacional subsidiaria o parasitaria de las otras sociedades en las que se ha ido integrando. Durante más de mil años, el pueblo judío ha sido un pueblo sin estado que se ha integrado en otros países y que ha oscilado entre la transparencia y el conflicto.

Puede sorprender esa resistencia de los judíos a la asimilación cultural, aunque realmente esa asimilación sí que ha ocurrido en su mayor parte. De las primitivas doce tribus, se considera que hoy sólo quedarían una y media, la de Judá y la de Benjamín, con algo muy residual de la de Leví. No saben realmente los judíos cuál es su tribu original porque los archivos del Segundo Templo se quemaron, pero el nombre con el que se identifican remite a la de Judá. La mayoría de los judíos primitivos se ha ido convirtiendo al Cristianismo o abandonando la práctica religiosa. Si los reinos de Israel y Judá en su máximo esplendor, alrededor del siglo VIII a.C., llegaron a sumar alrededor de un millón de habitantes, lo que representaría el 2% de la población mundial, hoy los judíos no llegan al 0,2% de la población mundial.

Pero la historia del pueblo judío queda marcada por la diáspora. Las migraciones desde el actual Israel hacia Europa habían comenzado ya en el siglo I y no pararon hasta el XV, hubo una dispersión por toda Europa y se establecieron dos grandes grupos como dos etnias separadas: los que se asentaron en la actual Alemania, llamados "asquenazís" por la palabra hebrea Ashkenaz, que designa simplemente la actual Alemania, y los que se asentaron la Península Ibérica, llamados "sefardís" porque la Península en hebreo es Sefarad.

Del tema sefardí me voy a ocupar poco, porque es una etnia que no ha tenido una fuerte influencia en la historia europea y está reducida a unos 3,5 millones de personas que en su casi totalidad viven en Israel. El sefardí resistió en los reinos peninsulares la inmersión en la cultura cristiana y sobrevivió en ciertos oficios concretos, como los de escriba, cirujano o usurero, siempre relacionados con el conocimiento y con activos líquidos no arraigados en un lugar. Hoy apenas quedan sefardís en España, la mayoría pasaron a Marruecos a partir de su expulsión en 1492. En 2015 se aprobó en el Congreso una ley impulsada por Ruiz-Gallardón y votada por todos los grupos parlamentarios para conceder la nacionalidad española a todos los descendientes de estos sefardís expulsados sin necesidad de residir aquí, en una especie de "ley del retorno" española, pero parece que son pocos los que han decidido regresar. Todavía hay unos 100.000 que hablan el ladino en Israel. El sefardí ha dejado en la cultura española obras como La Celestina, el Guzmán de Alfarache y probablemente El Quijote, aunque también en su tiempo despertó un fuerte rechazo en la nobleza castellana y en la mayor parte del pueblo llano.

Hablar de la cuestión judía actualmente es hablar de los asquenazís de EEUU, cuyo fenotipo coincide completamente con la población del norte de Europa. Se ha llegado a poner en duda el origen semítico de esta etnia, pero un estudio genético reciente ha demostrado que sí que descienden todos, muy lejanamente y con mucha dilución, de Jacob, aunque lo hacen a partir de una única mujer alemana que vivió en la localidad de Erfurt en el siglo XIV. Esto lo que significa es que la historia de ese pueblo queda reseteada a partir de ese punto y puede considerarse al asquenazí actual como un subproducto alemán del siglo XIV que luego fue diluyéndose aún más entre la población eslava conforme migraba hacia el este en los siglos siguientes.

No tengo claro si el asquenazí ha resistido hasta ahora la aculturación por su verdadera fe religiosa o por haber considerado provechosas las estrategias colectivas de parasitación del trabajo de los otros mediante el engaño, la influencia política y cultural y la asociación internacional transparente. Han sido capaces de controlar gran parte de la banca desde la Edad Media, a partir de familias como los Nasi o los Rotschild, que todavía ejercen su poder en las finanzas y la política desde la discreción. El asquenazí practicó abiertamente la usura con intereses abusivos y contratos leoninos, tal y como retrató Shakespeare en el personaje de Shylock, en su obra El mercader de Venecia. La ventaja de estos prestamistas no era sólo su falta de conciencia con respecto a los cristianos, sino las redes familiares que les permitían realizar "transferencias" internacionales rápidas y seguras. Una de las críticas que algunos historiadores actuales le hacen a Marx es el haber ignorado esta "acumulación inicial" en su obra El capital y el haber achacado el problema sólo al oro de América.

Se señala repetidamente en la historiografía progre que el problema de esto era que nuestra Iglesia condenaba el crédito con interés, mientras que el judaísmo lo permitía. Esto no es cierto, y en su Torá, en Éxodo 22:24 se dice:

Si prestas dinero a alguno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigirás intereses.

En Deuteronomio 23:20-21 se repite lo mismo:

No prestarás a interés a tu hermano, sea rédito de dinero, o de víveres, o de cualquier otra cosa que produzca interés. Al extranjero podrás prestarle a interés, pero a tu hermano no le prestarás a interés.

Por tanto, queda claro que la usura la tienen prohibida con los otros judíos, pero no con los cristianos. Y queda claro también que, por extranjeros, entendieron a todos los habitantes de los países en los que se habían ido a instalar.

El asquenazí en Europa sufrió siempre el máximo rechazo de la nobleza y de la población. Ya en el Concilio III de Letrán, se prohibió que los judíos ocupasen cargos públicos y cobrasen intereses a los cristianos. El Concilio IV de Letrán, en 1215, impuso la segregación social de los judíos y el uso de distintivos, como un círculo amarillo cosido en la ropa o un sombrero puntiagudo. En el Concilio de Viena, del siglo XIV, se prohibió también el proselitismo judío, por entender que financiaba actividades contra la fe cristiana. Entre los siglos XV y XVI se establecieron guetos en Frankfurt, Praga, Venecia y Roma. Fueron frecuentes también las expulsiones: en 1182 y 1306 en Francia, en 1290 en Inglaterra, en 1492 en España y en 1497 en Portugal, frecuentemente con confiscación total de sus bienes o subastas con mucho descuento. Algunas veces se producían los llamados "pogromos", asaltos a viviendas, palizas o matanzas de judíos sin mucha oposición de las autoridades.

Pero el judío resistía, no se asimilaba y seguía buscando su oportunidad. Esa oportunidad llegó con Napoleón, al que financiaron profusamente. El Código Napoleónico fue un documento de emancipación de los judíos porque consagró una igualdad ante la ley sin distinción de religión y además impuso la propiedad privada como un principio sagrado, facilitando al máximo las actividades judías y creando de facto el modelo de estado liberal. Napoleón fue el militar que comenzó a usar la levée en masse y con ella atacó Alemania y consiguió acabar con el I Reich e imponer la Confederación del Rin con unas condiciones asimilables a las de Francia. Cuando llegó Bismarck, creó el II Reich e hizo retroceder esos derechos y esa impunidad de los judíos, pero el capitalismo ya seguía su curso y ofrecía unas condiciones ideales para el medro asquenazí. No se va nunca a reconocer oficialmente la influencia de los judíos en la creación de la ideología liberal, pero es bastante obvio que el capitalismo arranca de la usura medieval y sigue protegiendo y acrecentando sus masas de capital hasta el día de hoy.

He contado ya en otro artículo la situación durante el siglo XX. Alemania recibió, durante la Belle Epoque, una fuerte inmigración asquenazí eslava desde lo que hoy son Polonia, Lituania, Bielorrusia, Rumanía, Hungría y sobre todo Ucrania. Esta gente tenía ciertas raíces genéticas en Alemania, como he explicado antes, y prosperó muy bien en aquel caldo de cultivo de finanzas desreguladas y medios de comunicación en manos privadas. Poco a poco fueron ascendiendo en el sector bancario, en la especulación financiera, en la industria y en la cultura. Hubo un pequeño grupito muy tóxico que se acercó al emperador Guillermo II y comenzó a tener una fuerte influencia política. Todos eran fabricantes, inversores o banqueros y fueron apodados los Kaiserjuden. Es muy claro que esta gente, especialmente Walther Rathenau y Albert Ballin, instigó la entrada de Alemania en la I Guerra Mundial. El pueblo alemán vio cómo, mientras sus hijos eran masacrados en el frente y su nación acababa derrotada, estos señores se afanaban en acrecentar sus negocios y siguieron gozando de posiciones privilegiadas en el régimen liberal anglosajón que se impuso más tarde, la llamada República de Weimar. También surgieron muchas críticas por el hecho de que una gran parte de estos judíos eslavos evitó el servicio militar por su nacionalidad extranjera y pudo salir tranquilamente de Alemania durante la guerra.

El periodo de la Weimar representó el máximo esplendor del judaísmo asquenazí en Europa. No sólo acumularon poder en el plano financiero sino que controlaron los principales periódicos y editoriales, dominando incluso la corriente cultural de las vanguardias de entreguerras. El redactor de la constitución de 1919 fue el judío Hugo Press, quien dispuso medidas para la libertad religiosa, el feminismo, la diversidad sexual y el liberalismo económico. Floreció en Berlín una comunidad homosexual e incluso transgénero alrededor del Institut für Sexualwissenschaft, fundado por Magnus Hirschfeld, otro judío. Walther Rathenau ocupó el cargo de ministro de Reconstrucción y otros dos judíos como Hugo Hasse y Otto Landesberg estuvieron también en el gobierno.

Parecen todas éstas actitudes muy "adelantadas a su tiempo", en esa confusión entre la izquierda y las conductas contrarias a los valores cristianos. La pregunta que hay que hacerse es si ese mundo protoprogre judío está orientado a igualar a las personas o a disolver las instituciones de la sociedad. Esto lo voy a discutir más abajo.

Tras la ruina final de la Weimar y la pérdida absoluta del valor de los salarios, brotó el fuerte sentimiento antisemita del pueblo alemán que derivó pronto en la instauración del III Reich de Hitler y la II Guerra Mundial, durante la cual se exterminó al 75% de la población asquenazí. Esto marcó el fin de la presencia asquenazí en Europa, porque el otro 25% superviviente emigró principalmente a EEUU, hacia donde se desplazó ya definitivamente la influencia judía. El primer efecto de esta influencia fue la creación del estado de Israel en 1948.

El judaísmo ortodoxo:

Hay que entender que, hoy en día, el judaísmo no muestra unas características únicas. El judaísmo llamado ortodoxo es lo que queda del judaísmo tradicional hasta el siglo XIX. El judaísmo ortodoxo es lo que pone en la Biblia, simplemente. Su característica más importante es la práctica imposibilidad de conversión, es judío el hijo de una judía y no es judío nadie más, ni tan siquiera el hijo de un judío si su madre no lo es. Alguna vez se consienten las conversiones, pero hay que cumplir normas muy estrictas y en general se rechazan las solicitudes.

Las otras dos principales características del judaísmo ortodoxo son el concepto de Tierra Prometida, con la idea de exterminio de la población y no convivencia, y la idea de pueblo elegido.

Esas tres características se resumen muy bien en Deuteronomio 7:1-6:

Cuando Yahvé tu dios te haya introducido en la tierra en la que vas a entrar para tomarla en posesión, arrojará a tu llegada a naciones numerosas: hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos, siete naciones más numerosas y fuertes que tú. Y cuando Yahvé tu dios te las entregue a tu llegada y tú las derrotes, las consagrarás al anatema. No harás alianza con ellas ni les tendrás compasión. No emparentarás con ellas: no darás tu hija a su hijo ni tomarás una hija suya para tu hijo, porque apartaría a tu hijo de mi seguimiento y serviría a otros dioses; y la ira de Yahvé se encendería contra vosotros y se apresuraría a destruiros. Por el contrario, lo que tenéis que hacer con ellos es demoler sus altares, romper sus estelas, arrancar sus cipos y prender fuego a sus ídolos. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé tu dios; a ti te ha elegido para que seas el pueblo de su propiedad entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la Tierra.

En la Biblia, consagrar al anatema es destruir completamente, exterminar. No se permite tomar a los otros como esclavos o vivir de ellos, deben desaparecer.

Si unimos estos principios al de herencia de sangre, podemos entender el sentido fuertemente identitario de esta etnia y su falta de conciencia colectiva con respecto a los países en los que se ha ido instalando.

La idea de "pueblo consagrado" determina también su pretensión de liderazgo de toda la humanidad y su idea de misión o destino.

Estas actitudes, si es que se asumen realmente, las veo completamente contrarias a la convivencia y no me sorprende nada lo que está pasando en Gaza y el comportamiento que ha tenido el estado de Israel desde su fundación.

El judaísmo ortodoxo a partir del siglo XIX produjo el sionismo, que se entendió básicamente como su expresión política. Sión es el nombre bíblico de la actual Jerusalén. El sionismo como ideología arranca del libro El estado judío, de Theodor Herzl, publicado en 1896. Herzl básicamente demanda la recuperación de la Tierra Prometida en forma de un estado-nación decimonónico. El año siguiente se celebró el I Congreso Sionista en Basilea y se fundó la Organización Sionista Mundial.

Los críticos contra el sionismo, ya desde el principio, argumentaron que ese supuesto estado judío no se usaría como un país más, sino como base de operaciones de influencia en los demás países.

Si nos ponemos en la situación actual, vemos que el estado de Israel y el sionismo internacional conforman uno de los dos bloques de poder judío en el mundo. El otro es el lobby asquenazí norteamericano, del que voy a hablar ahora.

El judaísmo reformista:

A mediados del XIX, dentro del judaísmo alemán, aparece la figura de Abraham Geiger, rabino de Breslau, quien propuso una reforma profunda del judaísmo para adaptarlo a la modernidad. El libro de Geiger, de 1843, se tituló Die Autonomie der Rabbinen y puede resumirse en esta cita:

El judaísmo no es sólo una religión nacional, sino una religión de la humanidad.

Geiger, con esta afirmación, está fundando el principio del "universalismo", la idea de que los valores y los intereses del judaísmo pueden y deben extenderse a todo el mundo. Geiger no ve al pueblo judío como "elegido", pero sí como modelo ético, y piensa que hay que ejercer la influencia cultural en todos los países mediante la llamada "acción social": organizaciones, campañas, ONGs o medios. Tuvo Geiger una cierta influencia del movimiento Strum und Drang en su visión del pueblo judío como una minoría nacional y no tanto como una religión.

Geiger había ya expresado sus ideas en un periódico que fundó en 1835: Wissenschaftliche Zeitschrift für jüdische Theologie ("Revista científica de teología judía"). Una de sus primeras propuestas fue el abandono del yiddish y el hebreo en la vida cotidiana y el culto y la adopción del alemán. En ese punto ya empezó el choque con los ortodoxos. La idea clara era integrar de manera transparente al judío en la sociedad cristiana, lo cual agradó a Bismarck y le facilitó su nombramiento como gran rabino de Berlín en 1870. Esto consolidó ya definitivamente la tendencia reformista en el judaísmo asquenazí. El Nuevo Seminario para el Estudio Científico del Judaísmo, fundado por él, se dedicó a la formación de rabinos reformistas. Los rabinos ortodoxos locales serían poco a poco desplazados. También fundó una yeshivá, una especie de escuela de catecismo, con su tendencia reformista.

Después de Geiger llegaron otros rabinos e intelectuales como Samuel Holdheim, Israel Jacobson o Leopold Zunz que le dieron seguimiento litúrgico y fundamentos académicos a la nueva tendencia.

El judaísmo reformista arraigó muy rápido en la comunidad asquenazí europea y fue pasando a EEUU ya a partir de 1855, cuando se iniciaron las emigraciones de judíos eslavos durante el reinado del zar Alejandro II. Hoy, el judaísmo reformista, junto con su derivado llamado "conservador", representan a más del 50% de los judíos de EEUU, mientras que el ortodoxo sólo representa al 10%. El otro 40% son judíos llamados "seculares", que ya no se declaran creyentes.

A Geiger lo considero el primer progre y el fundador del globalismo actual. No se entiende la influencia que han llegado a tener los judíos en EEUU sin esos principios de "universalismo" y "acción social". Porque, que nadie se equivoque, el judaísmo reformista quiere influir en la cultura cristiana, pero no busca activamente las conversiones, sigue poniendo muchas pegas (declaración de motivación sincera, aprendizaje de la Torá y la historia del pueblo judío, respeto máximo a las festividades y los rituales, clases de ética y valores, circuncisión y presentación final ante un tribunal). Según el Berman Archive, proyecto de la Universidad de Stanford, de los ocho millones de judíos norteamericanos actuales, apenas 150.000 son conversos, lo que da una cifra de unas 4.000-5.000 conversiones al año, la mayoría por motivo de un matrimonio o relación de pareja. Geiger esto lo entendió muy bien y lo que pretendió fue propagar un judaísmo sin religión, lo que se resume en el ideario progre.

No es fácil saber si la intención de Geiger era buscar la mejora de la convivencia o si lo que diseñó fue una estrategia de acumulación de poder mediante la actuación sobre las instituciones cristianas. Yo no veo actualmente que la ideología progre impuesta artificialmente en las últimas décadas haya mejorado el bienestar colectivo, mientras que sí que veo que se han acrecentado grandemente las fortunas y el poder de todas las oligarquías. No veo tampoco que el judaísmo reformista se haya generalizado en Israel, donde sólo tiene un 10% de seguidores. Lo que veo es que se trata de una religión/ideología que sólo se ha usado en países cristianos donde el judío es una muy pequeña minoría pero ha conseguido una fuerte influencia en los medios de comunicación, las universidades y la financiación de los partidos políticos.

La sinagoga más antigua y grande de EEUU es el templo Emanu-El, de Nueva York, de tendencia reformista. Puede verse, en alguno de los múltiples vídeos de su canal de YouTube, a las rabinas Ehrlich, Sapadin o Reines dando sermones abiertamente feministas. Hay también rabinos hombres, como Joshua M. Davidson, aunque los más tradicionales están ya jubilados. Podéis comprobar esto en la web de la institución. No dice esa web si hay algún rabino homosexual, pero en el reformismo los hay y son plenamente aceptados, como también se celebran matrimonios gay y se apoya plenamente el aborto. Es de ahí, de esos púlpitos y sermones con cariz político, que ha surgido el ideario que luego se ha ido propagando mediante los periódicos, televisiones, redes sociales, universidades o partidos políticos en los que influyen. El Cristianismo no ha sabido ejercer esa "acción social" y esa financiación y ha ido retrocediendo. Todas las instituciones cristianas, empezando por la familia, han ido decayendo, mientras que una parte importante de la población ha estado siguiendo una religión que no es la suya sin saberlo.

Yo siempre he visto en lo progre el dogma y el tabú que caracterizan una religión, pero hasta hora no había identificado bien la fuente. Lo progre, lo woke responde a los intereses y las inclinaciones de los asquenazís de EEUU en cuanto a lo económico y lo social. No se cuestiona el liberalismo económico, pero sí que se cuestiona todo lo que tenga que ver con el hombre blanco cristiano, y se le van retirando derechos. La izquierda marxista ha quedado diluida en esta nueva Weimar.

La alineación asquenazí con el Partido Demócrata tradicionalmente ha rondado el 70%, y una parte sustancial de su financiación ha surgido de ahí.

Sobre sus actividades lobísticas hay abundante información, parte de ella proveniente de los mismos judíos. En este artículo del periódico The Times of Israel, que luego fue borrado, un tal Manny Friedman dice:

Somos un grupo que sigue una estrategia, y no sólo en lo que respecta al mundo del arte. Tenemos, por ejemplo la AIPAC, que fue creada básicamente para imponer agenda en Washington D.C. Y funciona maravillosamente. Y presumimos de ello. Es decir, es lo que hacemos. [...] Seamos honestos con nosotros mismos aquí, correligionarios judíos. Sí que controlamos los medios. Tenemos a tantos de los nuestros en los consejos de administración de todas las grandes productoras cinematográficas que es algo casi obsceno. Prácticamente cada película o programa de televisión, ya sea "Tropic Thunder" o "Curb Your Enthusiasm", está plagado de actores, directores y guionistas judíos.

Bueno, hay que recordar que tanto la Paramount como la Warner, Universal, Columbia y la Metro Goldwyn Mayer fueron fundadas por judíos. La influencia que la sobreabundante financiación jugó en su momento no está bien estudiada, pero pienso que fue grande y que desplazó a otras productoras norteamericanas y a todas las europeas.

Esto ha continuado luego con las empresas tecnológicas. Tanto el Google como el Facebook fueron fundados por judíos y recibieron una financiación virtualmente ilimitada para desplazar a otras empresas que ya estaban prestando ese servicio. Allí donde surge un nuevo fenómeno con posible influencia cultural, sobre todo si puede derivar en un monopolio que influya en el imaginario colectivo, aunque sea mediante censura y cancelación, aparecen los emprendedores judíos bien asistidos por las firmas de capital riesgo.

Una mezcla de la tradición de Hollywood y lo tecnológico ha representado el Netflix. Su influencia cultural está siendo tremenda y hasta monopolística. El Netflix es reconocido por el seguimiento hasta el ridículo de las políticas woke y de inclusividad, y lo mismo ocurre con Disney. Leed este artículo para tener una explicación más detallada. De Disney ya sabemos que su CEO Bob Iger es judío. En Netflix encontramos muy al principio al judío Marc Randolph, cofundador y primer CEO, y a Reed Hastings, cristiano pero altamente progre. La gran explosión de valoración bursátil le llegó con la entrada de Karl Icahn, también judío, quien invirtió en 2012 $321 millones por el 10% de la compañía y se salió en 2015 con más de $2.000 millones en ganancias. Es a partir de Icahn que Wall Street creyó en el negocio de Netflix. A julio de 2025, BlackRock posee aproximadamente el 7,4% de las acciones ordinarias de Netflix, aunque Vanguard aún tiene un poco más.

No hace falta recordar el caso de BlackRock, que acumula ya más de 11 billones de dólares en "activos bajo gestión". Tanto su cofundador y actual consejero delegado, Larry Fink, como su número dos, Robert Kapito, son judíos. BlackRock controla el 18% de Fox News, el 16% de la CBS, el 13% de Comcast y el 12% de Disney, no hay mucho más a nivel mediático y de producción de películas en EEUU. Dado que no hay otros accionistas con una relevancia semejante, esos paquetes le dan a BlackRock una influencia determinante en los consejos de administración. Hay que recordar los famosos principios ESG, que BlackRock ha intentado imponer en las 17.000 juntas de accionistas en las que participa cada año, unas veces con éxito y otras no tanto. Algunos han vinculado esos principios ESG con los valores éticos reformistas, que se suelen enunciar como tikkun olam (reparar el mundo), tzedek (justicia) y shomrei adamah (guardianes de la Tierra). El ESG viene de Environmental, Social y Governance. Obviamente, en la parte de social, o mejor dicho de tikkun olam, no faltan la inclusión y la diversidad.

La parte no confesable de BlackRock incluiría financiar preferentemente proyectos judíos, aunque esto lógicamente no lo han reconocido. Sí que hay un vídeo muy interesante de Martín Varsavsky en el que explica cómo recibió financiación para su primer gran negocio, que no era más que especulación inmobiliaria en Nueva York:

Voy a contar la historia del primer gran negocio que hice en mi vida, que lo hice mientras estaba en la universidad. [...] Tenía un plan de negocio para comprar edificios en este barrio, el barrio de Tribeca, y transformarlos en lofts, edificios de lofts. Y esto era en el año 1985. En este barrio las propiedades costaban algo así como $60 el pie cuadrado. [...] Lo que voy a contar es la historia de ese edificio que está ahí, el de enmedio, es un edificio de 120.000 pies cuadrados que compré en el año 85 por seis millones de dólares con un grupo de inversores. [...] El edificio costaba seis millones de dólares, renovarlo costaba otros seis millones de dólares, así que tenía que encontrar 12 millones de dólares en el año 85, cuanto yo tenía 24 años y era estudiante del MBA. Hice mi plan de negocios y salí a buscar inversores. [...] No teníamos empleados, no teníamos nada, pero bueno, así se empieza en la vida, con nada. [...] Conseguí a una familia que me dijo que sí, y ese señor, que ya falleció, que se llamaba Manuel Madanes, que a todo esto era amigo de mi padre. [...] Me adelantó $600.000.

Ahora en Tribeca el pie cuadrado cuesta $1.942, es decir, que hay que multiplicar por 32 la compra del edificio y yo supongo que también los costes de renovación, así que para hacer lo mismo habría que poner $384 millones, de los cuales unos $20 millones serían la parte que adelantó Madanes. El apellido Madanes figura en la web genealogiajudia.com como un apellido judío con tradición sobre todo en Argentina. Ahora Varsavsky puede seguir contándonos las glorias de cómo sin dinero se puede un joven hacer rico.

Sobre la AIPAC, hay varias afirmaciones interesantes del demócrata Bernie Sanders. Por ejemplo, en este vídeo de hace pocos días, dice lo siguiente:

Si mañana un político demócrata simplemente dijera: ¿sabéis qué? No podemos continuar financiando este gobierno de Netanyahu, que está matando de hambre a niños ahora mismo, hay un bloqueo humanitario, Netanyahu es un criminal de guerra... ¿Sabéis lo que le pasaría a ese candidato? La AIPAC y otras superPACs dirían: estás despedido, te vas de aquí. [...] Y tienen un historial, no es una amenaza sin fundamento. Han derrotado ya a demócratas muy buenos como Cori Bush, Jamaal Bowman y otros. ¿Quién tiene el coraje de decir: no voy a apoyar más la ayuda militar para continuar la guerra de Gaza? Entonces, lo que tenemos ahora es un sistema político en el que los dos partidos están fuertemente dominados por superPACs financiadas por oligarcas y multimillonarios.

Pero cuidado con enamorarse ahora de Sanders porque dice las verdades, porque no deja de ser un progre de origen judío, y evita en todo momento referirse a la parte de control cultural del judaísmo reformista, que es tan grave o más que la influencia del estado de Israel.

Otro vídeo muy interesante y reciente es uno de Tucker Carlson en el que afirma que Jeffrey Epstein trabajaba para Israel con la idea de chantajear a los políticos norteamericanos, y que con ello amasó una gran fortuna.

Y podría seguir poniendo situaciones norteamericanas de gran escándalo, pero voy a cambiar de tercio y voy a hablar de España.

Los judíos de España:

Voy a tratar ahora lo que sería el "microjudaísmo", la cuestiones de detalle, basándome en el caso de España.

En España, se calcula que hay apenas entre 20.000 y 30.000 judíos, la mayoría con una baja práctica religiosa. Tradicionalmente, los judíos españoles han provenido de Marruecos y son el remanente de aquella diáspora sefardí de 1492. El sefardí es casi siempre ortodoxo y no acepta el reformismo. Pero en los últimos años, por la inmigración latinoamericana, ha aparecido un número apreciable de reformistas que se han instalado sobre todo alrededor de Madrid. El judaísmo sefardí se ha agrupado desde hace más de un siglo en torno a la Comunidad Judía de Madrid, que en sus estatutos se declara ortodoxa. El judaísmo reformista, hasta ahora muy débil, se ha agrupado en torno a Bet-El Madrid, autodenominada "comunidad judía masortí". Este apelativo de "masortí" se suele usar fuera de EEUU para referirse al judaísmo conservador. La CJM se calcula que tiene de 500 a 600 miembros. Bet-El Madrid viene creciendo últimamente y en unos cálculos aproximados e informales se estima que tiene de 250 a 400 miembros activos. En total, puede que haya hasta 10.000 personas consideradas judías en Madrid.

Surgió en 2023 una polémica porque Martín Varsavsky, que se declara como judío conservador, intentó realizar la ceremonia de Bat Mitzvá, una especie de primera comunión, para su hija Mia y fue rechazado por el rabino Moshe Bendahan, gran rabino de Madrid, porque el judaísmo ortodoxo no considera como judía a una hija de una mujer no judía. La madre de su hija se llama Nina Wiegand, y es alemana de origen cristiano, aunque convertida al judaísmo según el rito reformista. Moshe Bendahan no quiso saber nada y dijo que Mia Varsavsky no era ni podría ser nunca judía. Y ahí Varsavsky empezó a mandobles.

En este vídeo del canal Enfoque Judío, dice lo siguiente:

Y la Comunidad [la CJM] está a punto, o parece que está a punto, cerca de recibir, un terreno que vale 17 millones de euros por parte del Ayuntamiento de Madrid y quieren hacer un centro judío que cuesta 13 millones de euros más. En total una obra de 30 millones de euros. Y a mí me pareció muy mal hacer una obra de 30 millones de euros sólo para la comunidad ortodoxa, que tiene con suerte 300 familias que votan ahí. Y me parece que el Ayuntamiento de Madrid está por cometer un error...

Rascando un poco por debajo de estas peleítas, aparece enseguida la figura de David Hatchwell, un sefardí ortodoxo español, además de empresario sionista con vínculos con Israel. Sus empresas se agrupan en el grupo Excem, que básicamente es una herencia de sus padres que comparte con sus hermanos. En este artículo del periódico Economía Digital se autodefine: "Soy judío, sionista y patriota español". Es también fundador de la Fundación Hispano Judía, un lobby israelí total. Entrad en ese enlace y ved las caras de Gallardón y Cebrián en la foto. Ha sido amigo y valedor de Gallardón y aún más de Ayuso, y también se ha acercado a las posturas de VOX. Hay algunos artículos para conocerlo, como éste de Diario Red o este otro de El Confidencial.

Hatchwell ha sido el que ha dominado la CJM, la presidió de 2011 a 2017 y sigue teniendo una fuerte influencia hasta hoy.

En este vídeo lo podéis ver hablando en una especie de acto de reconciliación entre las dos comunidades judías madrileñas en casa de Varsavsky. Lo más importante de lo que dice es esto:

El fundador de la dinastía Safra era un banquero y decía que en el mundo judío uno más uno es igual a once.

Lo demás es secundario, pero también voy a destacar una cita:

Si se crea una red lo suficientemente profesionalizada y mapeada: qué organizaciones hay, cuántos miembros tienen, qué presupuestos manejan, cómo colaboran, va a poder haber colaboraciones internacionales muy potentes: el ministerio, por ejemplo, de la diáspora está deseoso de ayudar a entidades judías por el mundo, pero, por supuesto, no quiere perder el tiempo con gente que no sabe si va a estar mañana.

Ése es el trabajo que Israel va realizando, como base de operaciones, en todos los demás países: financia recursos para gente judía normal, gente trabajadora, pero les pide adhesión a las actividades de grupo y a la causa sionista. Insinúa también Hatchwell que puede llegar aún más dinero por parte de "colaboraciones internacionales muy potentes", aunque no las especifica. Yo pienso que no hace falta ser ningún vidente para intuir aquí intervención asquenazí norteamericana. Pero lo que Hatchwell no explica en ese vídeo es cómo consiguió que el Ayuntamiento de Madrid estuviese dispuesto a ceder ese terreno valorado en 17 millones, de qué influencias políticas se valió, en base a qué el PP madrileño aceptó eso. De momento, parece que el proyecto está sufriendo un retraso a raíz de la denuncia de Varsavsky.

Y, después de todo esto, ved simplemente este vídeo de Bernie Sanders y comparadlo con este otro de Varsavsky.

Conclusión:

El pueblo judío muestra unas características únicas en el mundo por tratarse de una comunidad con un origen genético único fundada sobre la doctrina de un libro sagrado que le otorga derecho a la ocupación de unas tierras y el exterminio de sus habitantes, aparte de considerarlo un pueblo elegido y consagrado.

Por este motivo o por cualquier otro, este pueblo ha resistido todos los intentos de asimilación en otras culturas, a pesar de que muy pronto perdió el control de esa Tierra Prometida. La llamada diáspora se ha convertido en una especie de asociación transnacional que superpone la identidad judía a la verdadera nacionalidad de cada judío.

Actualmente, el poder del judaísmo está concentrado en la etnia asquenazí y en sólo dos países: Israel, del que controlan el estado, y EEUU, al que intentan controlar indirectamente.

Por encima del verdadero pueblo judío, existen unas oligarquías financieras que tienen su origen en la usura medieval y en el liberalismo económico europeo. Estas oligarquías actúan con discreción pero tienen agendas muy concretas para la manipulación de los mercados, el control de la producción cultural, la influencia en la educación superior y la compra legal o ilegal de los políticos.

El mismo estado de Israel realiza también actividades confesadas y no confesadas mediante sus servicios de inteligencia para promover el sionismo en EEUU y Europa.

El judaísmo reformista fundado por Abraham Geiger ha construido y fomenta el ideario progre, ayudado por las oligarquías que acabo de mencionar.

En España, las dos fuerzas vivas de la pequeña comunidad judía son David Hatchwell y Martín Varsavsky, el primero un oligarca sefardí con vínculos con Israel e influencia en el PP y el segundo un tecnólogo asquenazí negacionista del genocidio de Gaza.

Conclusión final:

Y acabaré proponiendo posibles soluciones a todo este problema, porque para mí es claro que sí que hay un problema.

Es prioritario que aprendamos a detectar comportamientos que influyan deshonestamente en nuestro imaginario colectivo, tengan su origen en la producción cultural, la educación, la política, las finanzas o cualquier otro ámbito. Se tiene que atacar el comportamiento tóxico, no la religión de nadie. El ciudadano occidental debe aprender a detectar y discernir las redes de persuasión que sean contrarias a sus intereses. No se debe generalizar el rechazo hacia todos los judíos, porque en ese caso se producirá un efecto reactivo que aislará y reforzará ese grupo.

Hay que legislar de manera contundente contra:

  1. Fondos de inversión que usen su participación en empresas para imponer cualquier tipo de agenda ideológica, tenga las buenas intenciones que tenga.

  2. Empresas con potencial monopolístico que operen a pérdidas durante grandes periodos de tiempo.

  3. Enmascaramiento y ofuscación de agendas ideológicas detrás de producciones culturales, especialmente las destinadas a niños, tipo Disney.

  4. Censura o cancelación de opiniones contrarias a dogmas impuestos arbitrariamente.

  5. Financión espuria de partidos políticos o de políticos concretos.

  6. Injerencias de otros países en la política nacional.

Hay que atender al dato de que la práctica activa de la religión en la población asquenazí norteamericana es del 20% y está bajando, lo mismo que ocurre con los cristianos. Los matrimonios mixtos son ya la norma y la etnia se está diluyendo. Esto puede ser ya la solución definitiva a toda la triste historia de este pueblo. Si alguien quiere ampliar información a partir de este artículo, puede leer mi serie titulada Nueva Teología.

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© A. Noguera